sábado, 19 de diciembre de 2009

Del ostracismo y otros vicios políticos



Por: Felipe Pineda


Oscar Wilde, Rainer Fassbinder, Ludwig Van Beethoven, Goulart, Godard, Van Gogh, George Best, Cioran, Claudia Lopez, Woody Allen, Bernardo Jaramillo, Joey Ramone, JFK, Marthin Luther King, la lista de personas que sufrieron los rigores del ostracismo por atreverse a proponer algo indebido en contextos “indebidos”, algo incorrecto en “correctísimas” sociedades es larga. Atraves de la historia a eso han condenado a todos aquellos que han osado desafiar los parámetros establecidos por los mercaderes de siempre: Al ostracismo.

El término ostracismo tiene su origen en una de las leyes que componían lo que hoy se denominaría contingente de medidas que la Asamblea ateniense promulgó a instancias de Clístenes cuando se acabó con la tiranía de Prisístato y de su hijo Hipias, a finales del s. VI a.C. La ley establecía la pena de destierro para aquellos políticos que fueran encontrados culpables de acumular un exceso de poder.


En la actualidad las cargas se han equiparado a la inversa y de acuerdo a los nuevos preceptos es menester premiar con creces a quienes acumulen exceso de poder con fidelidad e idolatría mientras que el ostracismo se reserva para ese selecto club de personas presuntamente culpables de abrir las centenares de cajas de pandora que en todo tipo de ámbitos se esconden: la corrupción al interior de un sindicato, un partido o una campaña política, la falta de creatividad y los clichés comerciales que terminan castigando a todos aquellos artistas que no sepan encajar en los formatos “single”, la falta de coherencia política significada en lograr el matrimonio perfecto entre ideología y realidad o simplemente pensar diferente a los parámetros del “Establishment” de turno.


En la política de hoy en día dicha condena la reciben quienes no comulgan con las organizaciones o grupos políticos verticales, dogmaticos, sectarios que restringen al máximo las iniciativas individuales en función del colectivo reduciendo y dándole significado únicamente al conglomerado solo en coyunturas netamente electorales. De lo anterior se desprende que el único fin que persiguen las organizaciones “políticamente correctas” es el de construir y aceitar de manera precisa maquinarias electorales capaces de asegurar el número de votos indicado, los recursos necesarios para comprar camisetas, materiales de construcción, sanduches, ilusiones, dignidades y por encima de todo consciencias.


Dichas prácticas han sido comunes en nuestra idiosincrasia convirtiendo a la política en un mercado cualquiera en el cual cada competidor decide qué tipo de prebendas ofrece a cambio de la débil voluntad de quien ofrece su voto al mejor postor.


Para superar el cada vez más creciente desprecio hacia la política y quienes aspiran o detentan el poder en una especie de contrición histórica la “nueva” política y sus actores traen consigo nuevas modalidades: Retomar ocultamente las ideologías tradicionales de izquierda y derecha bajo nuevos lenguajes eufemísticos decretando “el fin de las ideologías” con la finalidad de eliminar todo intento de la sociedad civil por hacerse de un sistema de opiniones, copiar a la orilla contraria, humanizarse y camuflarse bajo ropajes mas digeribles –El fenómeno de los partidos centro- y el más sofisticado de todos “El lavado de cerebros en estado romántico”.
Este último consigue afianzarse en momentos históricos donde se generan polarizaciones estimuladas desde los ejes de poder –La Colombia de hoy en día- y en donde las ideologías priman por encima de las acciones. De esta manera las emociones y la política como teatros de fanatismo logran mimetizar con éxito reiterados escándalos de nepotismo, corrupción, crimen y acumulación de poder.


Este lavado de cerebros se da en todo tipo de estructuras: Asociaciones de padres, sindicatos, partidos, iglesias y tiene como fin eternizar el verticalismo y los beneficios para quienes presiden dejando los sueños, las esperanzas, las promesas, y las utopías para quienes realizan el trabajo de desgaste –Activistas de bases-.


Ante ese panorama tan desolador ¿Qué alternativas tienen quienes se consideran independientes? ¿Qué ruta deben tomar todos aquellos que no desean hacer parte de los rótulos partidistas con clientelas seleccionadas en beneficio de un círculo selecto de personas que acceden a favores non sanctus?


Las respuestas parecen estar en las mismas iniciativas individuales, en la importancia que cada persona debe darle a su integridad dentro de un colectivo, en la consciencia acerca del voto, en el castigo a quienes ejercen la corrupción, en el empoderamiento de las bases representado en ejercer presión desde abajo para lograr que quien acceda al poder este al servicio de la ciudadanía y no al revés es decir en declararnos como sociedad rotundamente independientes para ser por primera vez mayoría y salir del aislamiento en que nos tienen quienes realmente deberían estar en el ostracismo.

Ya dormiré cuando esté muerto



Por: Felipe Pineda


Junio 10 de 1982, Un hombre aparece muerto en su apartamento, la policía no parece tener indicios de un homicidio. La prensa especula y mira de manera retrospectiva para llegar a vagas especulaciones sobre su pasado amoroso. En el lugar de los hechos se encuentran pastillas por doquier. El suicidio al igual que en sus realizaciones en vida ha sido la consecuencia de cientos de causas. Sus beneficiarios, aquellos que se han lucrado de su talento no parecen conmoverse ante su rabioso final, más bien parecen estar molestos por los millones de Marcos que han de perder debido a que la víctima no podrá cumplir con sus obligaciones contractuales.


El verdadero camino hacia este abrupto final ha sido planeado y seguido al pie de la letra en una maratónica e inagotable carrera suntuosa de 13 años. Su ejecutor RAINER WERNER FASSBINDER, aquel hombre que se arriesgo a hacer cine desde otra tribuna: La tribuna de los olvidados, los desposeídos, los marginados, los explotados sexual y socialmente. El hombre record, el antirecord, el director del antiteatro de Múnich que termino siendo el mentor del llamado Nuevo Cine Alemán que dejo como fruto una obra prolija de 45 filmes entre 1969 y 1982.


El final de una de sus emblemáticas películas La ley del más fuerte (1974) que revisitaba el tema de las relaciones entre explotación económica-cultural y explotación de los sentimientos en una pareja no era una premonición, era la antesala de su propio guion vital, realizado de manera premeditada. Al final el protagonista – Oliver Biberkoff, interpretado por el mismo- loco, explotado y fracasado termina suicidándose con píldoras.


Harry Baer, su eterno colaborador –actor, ayudante de dirección, director de producción- y quizás quien mejor haya conocido a Fassbinder decide hacerle un homenaje a su mentor en YA DORMIRE CUANDO ESTE MUERTO, un libro autobiográfico del director Germano que explica con ese título sugestivo el porqué de sus jornadas de trabajo de hasta 24 horas, anécdotas, experiencias, sus conflictos, la manera en que es perseguido por la Derecha e Izquierda radical debido al antisemitismo provocador de Fassbinder que se debe mas a una cuestión de táctica y de gusto por las actitudes extremas que a un resentimiento contra la Unión Soviética y los judíos como tal pero que abren las heridas de algo que todavía sigue latente en la sociedad alemana: El racismo y el fascismo que destilan sus ciudadanos y que parece no desaparecer a pesar del tiempo.


Lo más importante a mi parecer y que se convierte en una de las improntas principales de este libro son los detalles de los rodajes de películas como El matrimonio de Maria Braun, Querelle, Love is colder than death, Desesperado, la serie Berlín Alexanderplatz, y esa prostituta querida entre muchas otras.


El libro nos muestra a Fassbinder el ser humano, el hincha de futbol, el hombre obsesionado por lograr la perfección, el contestatario, el hombre vanidoso y al final de todo el único capaz de lograr que el desenlace de sus películas –Hombres llevados al ostracismo por la vanidad, ignorancia y totalitarismo expresado en la brutalidad de sus victimarios y que finalmente encuentran en el suicidio el único estado donde parecen sentirse cómodos- coincida con el suyo. Toda una pieza maestra.


NOTA: RAINER WERNER FASSBINDER murió el mismo día y año en que nació este humilde colaborador